Sr. Director:
Los acrocordones, también denominados fibromas blandos o pólipos fibroepiteliales, son las neoplasias fibrosas cutáneas más frecuentes, que afectan prácticamente al 50 % de los individuos1. Clínicamente son lesiones solitarias o múltiples, pediculadas, de consistencia blanda y tonalidad similar a la piel o hiperpigmentadas. Las localizaciones más frecuentes son el cuello, las axilas y las ingles. Pese a su elevada prevalencia, apenas existen referencias en la literatura especializada en relación con su etiopatogenia. El posible papel de la fricción mecánica en su desarrollo ha sido vagamente sugerido en la literatura. Aportamos un caso que manifiesta un papel evidente de este factor en su desarrollo
Se trata de un varón de 79 años con antecedentes personales de hipertensión arterial (HTA), insuficiencia venosa periférica, fractura de cadera izquierda en la infancia con osteólisis del extremo proximal del fémur (por la cual requería una muleta para caminar desde entonces) y artroplastia de cadera derecha, que fue remitido a nuestra consulta por un cuadro de lesiones en la axila izquierda que habían ido apareciendo de forma progresiva a lo largo de décadas hasta hacerse muy numerosas, provocando leves molestias locales al roce. Las lesiones se localizaban en la zona exacta de contacto con la muleta (fig. 1). En la exploración física se objetivó la presencia de una placa hiperpigmentada de piel engrosada con pliegues cutáneos marcados y superficie aterciopelada, sobre la cual asentaban gran número de lesiones pediculadas de consistencia blanda y tonalidad marrón clara (fig. 2). Llamaba la atención la ausencia completa de estas lesiones en la axila contralateral (fig. 3), así como en otras localizaciones corporales. Se realizó una toma de biopsia de una de las lesiones de la axila izquierda que mostró la presencia de una discreta acantosis y papilomatosis epidérmica con un estroma dérmico laxo, compatible con acantosis nigricans y acrocordones. Se realizó al mismo tiempo electrocirugía de los pólipos fibroepiteliales de mayor tamaño.
A pesar de su elevada frecuencia en la práctica clínica, existen escasas referencias en la literatura en torno a la etiopatogenia de los fibromas blandos. Se ha sugerido una posible asociación a pólipos de colon2, si bien ésta no ha sido confirmada en estudios posteriores3,4. Diversos estudios han postulado su asociación con diabetes mellitus5,6 y perfil lipídico aterogénico7, y hoy en día se consideran marcadores en muchos casos de obesidad y resistencia a la insulina8. No obstante, apenas existen referencias en la literatura en torno al papel de las fuerzas de fricción en el desarrollo de estas lesiones9, aun cuando las localizaciones más habituales de las mismas (axilas, cuello e ingles) son zonas corporales sometidas a roce continuo.
En nuestro caso, la relación de los acrocordones axilares de este paciente con el roce mantenido con la superficie de la muleta parece evidente, tanto por la coincidencia topográfica de las lesiones con la zona de apoyo como por la ausencia de lesiones en el lado contralateral. Por otra parte, la presencia concomitante en nuestro paciente de acantosis nigricans y fibromas blandos en la zona de roce continuo, en ausencia de obesidad o alteraciones del metabolismo hidrocarbonado, cuestionan la primacía de los factores metabólicos sobre el factor mecánico en el desarrollo de estas lesiones en pacientes obesos. Es posible que tanto la hiperplasia epidérmica de la acantosis nigricans como el aumento del tejido colágeno laxo de los fibromas blandos sean en muchos casos el simple reflejo de una respuesta adaptativa crónica de la piel a las fuerzas de fricción.
Conflicto de intereses
Declaramos no tener ningún conflicto de intereses.