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HISTORIA Y HUMANIDADES EN DERMATOLOGÍA
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Disponible online el 21 de julio de 2025
La urticaria como dermatosis reumática en los aforismos de Olavide
Urticaria as a Rheumatic Dermatosis in Olavide's Aphorisms
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R.M. Díaz Díaza,
, M.C. Martín Hervásb
a Servicio de Dermatología, Hospital Universitario Infanta Sofía, San Sebastián de los Reyes, Madrid, España
b Servicio de Radiología, Hospital Universitario La Paz, Madrid, España
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Tabla 1. Aforismos relacionados con el tratamiento de las urticarias
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Para Olavide, las dermatosis podían ser de causa conocida, parasitarias o artificiales, o bien eran secundarias a lo que la escuela dermatológica francesa de la época, Bazin y Hardy entre otros, denominaba «constitucionalismo». Estos autores defendían que la enfermedad era un «estado del hombre» en su conjunto, no de las partes de su cuerpo, y que la lesión cutánea no era la enfermedad, sino solo una manifestación de esta, salvo en el caso de las dermatosis parasitarias o las debidas a causas externas1.

Dentro de las afecciones constitucionales de la piel, Olavide reconoce las de tipo reumático, que habían sido denominadas por Bazin como «artrítides».

Aunque para los defensores de este tipo de afecciones, la etiopatogenia sería el depósito de urea y otras sustancias azoadas en los tejidos, para Olavide era el resultado de 2 procesos complementarios: acumulación por exceso de producción y eliminación defectuosa de estos productos orgánicos.

El objetivo del presente trabajo es el de hacer referencia a los comentarios que sobre la urticaria, una de estas dermatosis constitucionales de tipo reumático, hizo Olavide en su obra Aforismos de dermatología práctica (fig. 1), publicada en 1880 por la Oficina Tipográfica del Hospicio de Madrid2. Las características generales de esta obra están recogidas en artículos previos3,4.

Figura 1.

Aforismos de dermatología práctica de Olavide.

Comentarios

Olavide define la urticaria como «una enfermedad que desaparece de pronto, sin dejar huellas y que reaparece también de pronto» (Aforismo 59). Con esta descripción reconocemos los habones o ronchas.

Nos alerta de que podemos constatar en algunos pacientes que «la urticaria puede presentarse en la boca, en las fauces y en la epiglotis, dando lugar a fenómenos de asfixia por la hinchazón de este velo membranoso. Por fortuna el edema de la glotis que la urticaria produce es fugaz, y el enfermo vuelve a la vida sin remedio alguno y a veces de una manera tan brusca que parece milagrosa: conviene no olvidar este dato, estando prevenido, no sólo para el diagnóstico, sino para el pronóstico y el tratamiento» (Aforismo 245). Nos está describiendo un angioedema.

Otra de las intuiciones clínicas de Olavide reside en la distinción entre:

  • -

    Una urticaria crónica, que «se produce varias veces y que persiste meses o años, dando lugar en cada uno de ellos a brotes más o menos duraderos, depende de una causa constitucional (herpetismo o reumatismo)»4 (Aforismo 237).

  • -

    Una urticaria intermitente, que consiste en «una fiebre intermitente con todos sus caracteres, que dan lugar a la erupción durante alguno de sus estadios o durante todos ellos y que cede fácilmente, como sabéis, al uso interno de la quinina» (Aforismo 246).

Por otra parte, clasifica las urticarias en varios grupos en función de su posible desencadenante, manifestaciones clínicas y respuesta al tratamiento. Para él existirían:

  • 1.

    Una urticaria reumática: «se presenta y se exacerba con el frío y los cambios bruscos de temperatura; no es muy generalizada, sino por el contrario, discreta y limitada a pocos sitios del cuerpo; pero en cambio su coloración es oscura, violada, hemorrágica, y su habón es grande, profundo, duro y tuberoso o nudoso; se parece mucho al eritema nudoso, aunque no es doloroso como éste. Esta urticaria pica fuertemente al desnudarse o levantarse de la cama o al enfriarse el paciente por cualquier motivo; su desaparición es lenta (perstans), y se cura con el uso interno de los alcalinos o de la tintura de iodo» (Aforismo 238). Podría referirse a las urticarias físicas actuales.

  • 2.

    La urticaria reumática repercutida: «se presenta por lo común en la boca, faringe y laringe, determinando en sus membranas mucosas un infarto eritematoso y edematoso tan agudo y tan bruscamente formado que da lugar a la sofocación y puede terminar por la asfixia. La sangría y los sinapismos (cataplasmas hechas con polvo de mostaza) ambulantes generalizados son los remedios urgentes de semejante estado morboso» (Aforismo 91). Reconocemos el angioedema.

  • 3.

    Urticaria herpética: «generalizada, brusca en su aparición y desaparición, de un color rosado y de una picazón irresistible, aparece y se exacerba con el calor dela atmósfera o de la cama; sus habones más profundos, son largos y sinuosos, blanco nacarados y confluentes (conferta); se acompañan de neuralgias, de neurosis, de histeralgias y afecciones irritativas de la matriz; se produce por causas nerviosas, sustos, disgustos y otras causas morales; se mejora, aunque difícilmente, por los arsenicales continuados y a dosis crecientes, pero exige además el uso de los narcóticos y de los baños astringentes» (Aforismo 239). Es curioso que Olavide ya hiciera mención de la relación entre urticaria aguda y estrés.

  • 4.

    Urticaria simple aguda: «se presenta acompañada de fiebre efímera moderada, dura pocos días, su color es rojo intenso, sus habones blancos y diseminados por todo el cuerpo sin ser confluentes, y desaparece espontáneamente con ligera dieta refrigerantes intus (interiormente) y extra y cuando más un purgante. Es propia de la primavera, y en la mujer puede además depender de un trastorno menstrual» (Aforismo 240). Podría referirse a una manifestación cutánea del espectro atópico.

  • 5.

    Urticaria ab ingestis: «depende de la ingestión en el estómago de ciertas sustancias alimenticias seguramente alteradas, como los pescados azules o mariscos, el aceite de bacalao, etcétera, etc. Se inicia por una fiebre altísima acompañada de vómitos frecuentes, de delirios y de todos los síntomas de una grave indigestión o envenenamiento. Es muy generalizada: su eritema, muy extenso, generalizado, rojo y elevado, no desaparece bruscamente, sino al cabo de dos o tres días o de varias horas por lo menos, y entonces no se reproduce ya. Se suele tratar con sangrías, pero el mejor remedio es el emético y después las bebidas acídulas o las alcalinas» (Aforismo 241). Hoy hablaríamos de intoxicación alimenticia.

  • 6.

    Urticarias artificiales: «las provocadas por el frote de las ortigas (fig. 2), por los pelos de las procesionarias o por los pinchazos, aguijonazos o mordeduras de los parásitos comunes, piojo, pulga, chinche, mosquito, etc., así como de ciertas moscas, avispas, hormigas ya rañas, tiene como caracteres distintivos: 1°, el conocimiento preciso de la causa, 2°, su localización en el sitio en que ha picado el insecto o ha frotado el pelo vegetal; 3°, en el punto central del habón se encuentra el pelo, el aguijón o un agujero o depresión que indica el punto preciso del pinchazo o de la mordedura, y 4°, la picazón, intensa al principio, va cediendo después hasta la gradual desaparición espontánea del habón, que aunque no es lenta tampoco es brusca» (Aforismo 242). Reconocidas como reacciones urticariformes locales.

    Figura 2.

    Ortiga.

En cuanto a su patogenia, Olavide se atreve a pronosticar con gran perspicacia que «el conocimiento de la naturaleza íntima de la urticaria nos la ha de dar la química orgánica: cuando ésta nos diga qué sustancia tiene la ortiga o que veneno séptico nos inoculan ciertos insectos parásitos para determinar habones en nuestro cuerpo; cuando conozca en qué consiste la alteración química de los pescados azules, el bonito sobre todo, en la época de la ovulación o de la cría; cuando aísle estos venenos morbosos, podremos experimentar con ellos y sospechar además que en los casos de urticaria espontánea o de causa interna se producen también espontáneamente en la sangre, circulan por todos los capilares, se extravasan en los tejidos propios de la piel o de las mucosas, producen su efecto especial, se descomponen luego y se absorben por fin como el líquido de una inyección hipodérmica» (Aforismo 234). Añade que «es probable que este veneno irritante sea el ácido fórmico en estado de libertad» (Aforismo 235). Hoy sabemos que la histamina es uno de los responsables de la urticaria.

Finalmente, Olavide aporta algunos comentarios acerca de los tratamientos, hoy en desuso en su mayor parte, que se recetaban con el fin de aliviar las molestias producidas por estos cuadros urticariales (tabla 1).

Tabla 1.

Aforismos relacionados con el tratamiento de las urticarias

«Los tópicos que calman la picazón de la urticaria son las lociones con soluciones débiles de ácidos minerales o más cargados de ácidos orgánicos (fénico, acético, tánico, etc.), los baños o lociones alcalinas (carbonatos alcalinos al 10 por 100 de agua), el alcohol alcanforado y las disoluciones calmantes de opio, morfina, cloroformo, cloral, bromuro y cianuro de potasio» (Aforismo 243) 
«Los calmantes que deben darse por la noche para mitigar la picazón de la urticaria crónica y constitucional deben ser primero el bromuro de potasio, y después, si éste no sirve, el opio y el cloral a dosis suficientes» (Aforismo 244) 

Tras esta descripción, podríamos concluir que:

  • 1.

    Los «aforismos» de Olavide suponen un documento histórico de la dermatología española de finales del siglo xix sobre la clasificación, la clínica, la etiología y la terapéutica de una de las enfermedades cutáneas inmunológicas más frecuentes en nuestra práctica profesional.

  • 2.

    A pesar de no poder compartir, a la luz del conocimiento actual, la totalidad de sus observaciones, es notable la agudeza con la que Olavide desarrolla estos aforismos sobre las manifestaciones clínicas de la urticaria.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía
[1]
E. Del Río de la Torre, A. García Pérez.
José Eugenio de Olavide (II). Su teoría dermatológica.
Actas Dermosifiliogr., 90 (1999), pp. 638-645
[2]
J.E. Olavide.
Aforismos de dermatología práctica.
Oficina Tipográfica del Hospicio, (1880),
[3]
E. Del Río de la Torre, A. García Pérez.
José Eugenio de Olavide. III. Publicaciones y colaboraciones en revistas periódicas.
Actas Dermosifiliogr., 92 (2001), pp. 127-137
[4]
R.M. Díaz Díaz, M. Martín de Santaolalla y Llanes, A. Sáez Vicente.
Aforismos de dermatología práctica del Dr. D. José Eugenio de Olavide.
Actas Dermosifiliogr., 114 (2023), pp. 892-895
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