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Vol. 98. Núm. 9.
Páginas 645-646 (Noviembre 2007)
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El dermatólogo y la fotografía
Dermatology and Photography
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M. Riberaa
a Servicio de Dermatología. Hospital Universitari Germans Trias i Pujol. Universitat Autònoma de Barcelona. Badalona.
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Supongo que cualquier persona optimista y con una mentalidad positiva de la vida puede llegar a considerar que su trabajo, más que un castigo divino, es una suerte. Yo muchas veces lo pienso y además considero que ser dermatólogo es una de las mejores especialidades a las que un médico puede dedicarse. En primer lugar, porque es una de las más versátiles, con una vertiente médica y otra quirúrgica, que además te permite flirtear con la Anatomía Patológica, la Microbiología, la Medicina Interna, la Psiquiatría e incluso la investigación si lo deseas. Pero, además, es una de las que más te permite acercarte con un conocimiento especial al arte y a la literatura, y creo que esta sección de Actas nos permitirá demostrarlo.

A las Bellas Artes consideradas clásicamente (pintura, escultura, arquitectura, música, danza y declamación) se han incorporado de pleno derecho y por méritos propios el cine y la fotografía, entre otras.

Los que consideramos que la fotografía además de un documento visual de la realidad puede ser un arte podemos acercarnos a ella de dos formas. Al igual que con un cuadro, una escultura o una ópera, si nuestros conocimientos sobre la materia en cuestión son escasos, podemos decir me gusta o no me gusta, que no es poco. Pero si poseemos algunos conocimientos nuestra aproximación puede ser más intelectual y podemos disfrutar más de ella.

Los dermatólogos usamos la fotografía para recoger las imágenes clínicas de nuestros pacientes con distintas finalidades1 y su uso debe considerarse tan importante como la historia clínica u otras exploraciones complementarias. Por este motivo considero imprescindible que los dermatólogos sepan hacer buenas fotografías médicas de sus pacientes. Mi interés por la fotografía nació a partir de su estudio como una necesidad sentida para completar mi formación como dermatólogo, y los conocimientos que he adquirido me han permitido acercarme a ella de una manera más inteligente y creo que con mayor capacidad para disfrutarla. Esto me ha llevado desde hace años a visitar todas las exposiciones de fotografía que se cruzan en mi camino.

En el año 2002 la «Fundació la Caixa» mostró en sus sedes de Barcelona y Madrid la serie de fotografías titulada «In the American West, 1979-1984». También tuvieron la oportunidad de ver la exposición en Granada en una exposición organizada por su Diputación2,3.

La serie era muy interesante y recogía retratos, la mayoría en blanco y negro, de norteamericanos del oeste en su medio natural. Las fotografías, además de su vertiente artística, constituían un documento muy interesante de la sociedad americana de aquel lugar y aquella época. Una serie de personajes de los que llamamos de la «América profunda». Imágenes que sugerían mucho más de lo que mostraban, realizadas con una técnica perfecta.

En la exposición, dos fotografías, que además formaban parte del díptico que anunciaba la exposición, retrataban a dos personas con dos enfermedades que los dermatólogos conocemos bien. La fotografía más impactante era la de un apicultor con una alopecia areata universal (fig. 1), con el aspecto característico de todos los pacientes con esta enfermedad, que les suele conferir un aire entre enigmático y agresivo. Un aspecto extraño, que demuestra la importancia del pelo en la imagen humana, y que puede generar rechazo y mermar su calidad de vida.

Figura 1. Apicultor con alopecia areata universal, por Richard Avedon.

Otra fotografía retrataba a un vagabundo con un daño actínico muy importante en forma de lentigos, queratosis actínicas y profundas arrugas en el rostro y el dorso de las manos (fig. 2). Una imagen de daño actínico frecuente en nuestras consultas que invita a reflexionar sobre la suerte que tenemos con la calidad y universalidad de nuestra medicina pública, en comparación con la medicina fundamentalmente privada de Estados Unidos, a la que el vagabundo fotografiado seguramente no tendría acceso para tratar sus dermatosis.

Figura 2. Vagabundo con daño actínico, por Richard Avedon.

El autor de las fotografías era Richard Avedon (Nueva York 1923-San Antonio, Texas 2004), un fotógrafo norteamericano conocido fundamentalmente por su trayectoria en la fotografía de moda con publicaciones en revistas de moda como Harper's Bazaar, Vogue, Egoïste, y de tendencia como The New Yorker. Rolling Stone, Newsweek4. Junto a George Hoyningen-Huene, Cecil Beaton, Edwin Blumenfeld, Irving Penn, William Klein, David Bailey y Helmut Newton elevó a la categoría de arte la fotografía de moda, y en este campo trabajó para varios creadores, entre los que destaca su colaboración con Versace. Probablemente el trabajo en la fotografía de moda le aseguró unos ingresos que le permitieron desarrollar otros aspectos de la fotografía que plasmó en varias exposiciones y libros. Un contraste importante entre el glamour y la realidad. En esta vertiente destacan sus trabajos sobre la guerra de Vietnam, los movimientos contra esta guerra y los movimientos a favor de los derechos civiles en el sur de Estados Unidos entre los años 1963 y 19705.

Aunque las exposiciones de arte son muestras efímeras, podemos disfrutar de toda la obra del autor a través de los catálogos de las mismas o de los múltiples libros que tiene editados. Un año después de su muerte se constituyó una fundación (www.richardavedon.com) que preserva, estudia y comercializa su obra y sus libros. Libros que además pueden encontrarse en la mayoría de las librerías especializadas en fotografía.

Como comentaba anteriormente, cualquier arte puede disfrutarse acercándonos a él como profanos y simplemente decir me gusta o no me gusta. Confieso que para la música soy un absoluto ignorante y sólo puedo opinar si me gusta o no tal ópera, tal sinfonía o tal canción. Con la fotografía mis conocimientos me permiten un acercamiento distinto, más inteligente, que creo me proporciona una mayor satisfacción intelectual. Les animo a que se interesen por la fotografía y aprovechen los conocimientos que de ella tienen o deberían tener por su profesión para disfrutarla. Además los conocimientos de Dermatología también les proporcionarán muchas veces sorpresas como la que les acabo de comentar.


Correspondencia:

Miquel Ribera.

Servicio de Dermatología.

Hospital Universitari Germans Trias i Pujol.

Universitat Autònoma de Barcelona. Badalona.

mribera.germanstrias@gencat.net

Bibliograf¿a
[1]
Nociones básicas de fotografía dermatológica. Piel. 1994;9:479-86/496-508.
[2]
In the American West 1979-1984. photographs by Richard Avedon. New York: Harry N. Abrams, Inc; 2005.
[3]
Avedon at work: in the American West. Austin: University of Texas Press; 2003.
[4]
Evidence: 1944-1994. Richard Avedon. New York: Random House; 1994.
[5]
Avedon Photographs: 1947-1977. New York: Farrar Straus & Giroux eds; 1978.
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